viernes, 9 de octubre de 2009

El origen de la propiedad en Nuestramérica



Con la llegada de los primeros colonos llegaron las divisiones, las fronteras y el capitalismo, allí nació la propiedad privada en Nuestra América.

Esa Iglesia Católica amante de las divisiones; ya para 1493; estaba repartiendo el nuevo mundo entre las potencias e imperios europeos de aquel entonces. En ese año, apenas a menos de un año del “descubrimiento” del fatídico 12 de octubre de 1492, el Papa Alejandro VI, emitió las Bulas Alejandrinas; una serie de documentos según los cuales, como si el mundo fuese de su propiedad, se favorecía a los reyes de España y se les otorgaba el “derecho” sobre todo lo descubierto por Colón, sin reserva ninguna de los “derechos” de Portugal.

En ese año se inventan y nos imponen sus ficticias fronteras; con las Bulas Inter Caetera I o de Donación y la Bula Inter Caetera II o de Repartición.
Estas Bulas; mas bien una Burla a la razón y el sentido común, tenían como principal disposición trazar una línea imaginaria de polo a polo, llamada primera línea Alejandrina; que pasaría a 100 leguas al oeste de las islas Azores y de Caboverde; repartiendo el mundo a “descubrir” entre los imperios españoles y portugués con el objeto de evitar guerras entre ambos países. El nuevo mundo, como si fuese una gigante torta, se repartía así entre estos dos voraces imperios; y lo repartía el papa, para que estos malcriados niños gigantes no se peleasen entre sí.

Esta línea, fue el inicio de las absurdas fronteras, en una región donde estas no existían; fue el inicio de la propiedad privada en un mundo donde tal cosa era impensable…

Pero siempre la competencia la mezquindad y la ambición por delante; a medida que transcurrían los siglos, los reyes españoles, para liberarse del diezmo, iban comprendiendo la importancia de desembarazarse del poder de Roma, para lo cual debían inventarse otra iglesia que fuese independiente; para ello se valieron de un sin número de triquiñuelas y artilugios, que culminaron en que ya para el siglo XVIII, los Borbones esgrimieron una doctrina según la cual su poder real provenía directamente de su falso Dios; el cual, en su infinita “bondad” y pródiga “sabiduría” le encomendaba a los reyes de España la importantísima misión de evangelizar a los habitantes de estas tierras, estos seres sin alma del nuevo mundo que tuvieron la suerte de encontrar la fe cristiana…

Afirmaba Juan Ginés de Sepúlveda (1490-1573) en su “Tratado sobre las justas causas de la guerra contra los indios”, en su texto “Democrates Alter”, estos argumentos de colonialista explotador intentando justificarse, textos de imperialista buscando redención y justificativo moral comparando a España con Roma, hablando de una “Ley Natural” adelantándose al “Darwinismo Social” de los viejos fascistas y los actuales neoconservadores, neocolonialistas, neoliberales y neoimperialistas; ideas que sorprendentemente aún revolotean en las mentes de todos esos retrógrados carcamanes:

“Que cosa pudo suceder a estos bárbaros más conveniente ni más saludable que el quedar sometidos al imperio de aquéllos cuya prudencia, virtud y religión los han de convertir de bárbaros, tales que apenas merecían el nombre de seres humanos, en hombres civilizados en cuanto pueden serlo, de torpes y libidinosos, en probos y honrados; de impíos y siervos de los demonios, en cristianos y adoradores del verdadero Dios?.../… Por muchas causas, pues, y muy graves, están obligados estos bárbaros a recibir el imperio de los españoles conforme a la ley de naturaleza, y a ellos ha de serles todavía más provechoso que a los españoles porque la virtud, la humanidad y la verdadera religión son más preciosas que el oro y que la plata”
(1)


¿Virtud? ¿Humanidad? ¿Verdadera religión? Hemos de suponer que por eso se llevaron todo nuestro oro y plata, nos saquearon, nos aniquilaron, borraron nuestra cultura y nuestras costumbres, realizaron un genocidio humano y cultural y nos dejaron apenas su religión y su idioma como premio de consolación: ¡Oh, muchas gracias colonizadores por enseñarnos a hablar, a rezar y a explotarnos mutuamente!...

¿Virtud una masacre? ¿Humanidad un genocidio? ¿Verdadera religión la esclavitud? Decía el Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616) con relación “Del Oro y Plata” lo siguiente:

“De la riqueza de oro y plata que en el Perú se saca, es buen testigo España, pues de más de veinticinco años, sin los de atrás, le traen cada año doce, trece millones de plata y oro, sin otras cosas que no entran en esta cuenta; cada millón monta diez veces cien mil ducados. El oro se coge en todo el Perú; en unas provincias es en más abundancia que en otras, pero generalmente lo hay en todo el Reino. Hállase en la superficie de la tierra y en los arroyos y ríos, donde lo llevan las avenidas de las lluvias; de allí lo sacan, lavando la tierra o la arena, como lavan acá los plateros la escobilla de sus tiendas, que son las barreduras de ellas. Llaman los españoles lo que así sacan oro en polvo, porque sale como limalla; algunos granos se hallan gruesos; de dos, tres pesos, y más; yo vi granos de a más de veinte pesos; llámanles pepitas; algunas son llanas, como pepitas de melón o calabaza; otras redondas, otras largas como huevos. Todo el oro del Perú es de diez y ocho a veinte quilates de ley, poco más, poco menos. Sólo el que se saca en las minas de Callauya o Callahuaya es finísimo, de a veinticuatro quilates, y aun pretende pasar de ellos, según me lo han dicho algunos plateros de España…/…Y con ser la tierra tan rica y abundante de oro y plata y piedras preciosas, como todo el mundo sabe, los naturales de ella son la gente más pobre y mísera que hay en el universo”
(2)

Nos importaron su miseria, la pobreza y el hambre, nos importaron su sífilis, su peste bubónica (y la peste borbonica), las fronteras, la propiedad privada (la que nos priva a todos de todo); nos importaron la esclavitud, la codicia, la avaricia. Ellos virtuosos y civilizadores, nosotros bárbaros y subhumanos…

Nosotros ya teníamos cultura, religiones, idioma; no necesitábamos ser descubiertos, nosotros ya sabíamos que estábamos aquí. Sin embargo la arrogancia europea, pretende descubrirnos a sangre y fuego, y con su soberbia ataviada de codicia intentan disfrazar su avaricia arguyendo que tal saqueo y genocidio fue por nuestro bien.

Pero es claro que a los conquistadores no los movían esas supuestas “benevolentes intenciones civilizatorias” que asegura Sepúlveda. Basta leer los relatos de Bernal Diaz del Castillo (1496-1584), para notar como se le iluminaban los ojos con afán de riquezas ante las tierras que estaban “descubriendo”:

“Y después que lo hubimos visto, así el oro como las casas de cal y canto, estábamos muy contentos porque habíamos descubierto tal tierra, porque en aquel tiempo no era descubierto el Perú, ni aun se descubrió dende ahí a diez y seis años. Y acabado aquel rebato acordamos de nos volver a embarcar y seguir las costas adelante descubriendo hacia donde se pone el sol” (3)

Sin duda llevamos quinientos años resistiendo a su capitalismo voraz y usurpador; a sus pretensiones colonizadoras.

“Y a las voces que dio el cacique, los escuadrones vinieron con gran furia, y comenzaron a nos flechar d arte que la primera rociada de flechas nos hirieron quince soldados, y traían armas de algodón y lanzas y rodelas, arcos y flechas, y hondas y mucha piedra, y sus penachos puestos, y luego tras las flechas vinieron a se juntar con nosotros pie con pie y con las lanzas a manteniente nos hacían mucho mal. Mas luego les hicimos huir, como conocieron el buen cortar de nuestras espadas y de las ballestas y escopetas el daño que les hacían; por manera que quedaron muertos quince dellos.”
(4)

Un “descubrimiento” a sangre y fuego, motivado por la codicia, un asunto de negocios y no una “benevolente” promoción de la cristiandad, la “civilización” o de su idioma; la conquista fue una cuestión de inversión y recuperación de capital:

“En el año de mil y quinientos y diez y ocho años, viendo Diego Velázquez, gobernador de Cuba, la buena relación de las tierras que descubrimos, que se dice Yucatán, ordenó enviar una armada, y para ella se buscaron cuatro navíos; los dos fueron los que hubimos comprado los soldados que fuimos en compañía del capitán Francisco Hernández de Córdoba a descubrir a Yucatán (según más largamente lo tengo escrito en el descubrimiento), y los otros dos navíos compró el Diego Velázquez de sus dineros. Y en aquella sazón que ordenaba el armada, se hallaron presentes en Santiago de Cuba, donde residía el Velázquez, Juan de Grijalva y Pedro de Alvarado y Francisco de Montejo e Alonso de Ávila, que habían ido con negocios al gobernador; porque todos tenían encomiendas de indios en las mismas islas…/…Y como había fama destas tierras que eran muy ricas y había en ellas casas de cal y canto, y el indio Melchorejo decía por señas que había oro, tenían mucha codicia los vecinos y soldados que no tenían indios en la isla de ir a esta tierra; por manera que de presto nos juntamos doscientos y cuarenta compañeros, y también pusimos cada soldado, de la hacienda que teníamos, para matalotaje y armas y cosas que convenían; y en este viaje volví yo con estos capitanes otra vez, y parece ser la instrucción que para ello dio el gobernador Diego Velázquez fue, según entendí, que rescatasen todo el oro y plata que pudiesen y, si viesen que convenía poblar, que poblasen o, si no, que se volviesen a Cuba.”
(5)

Es en 1542, el 20 de noviembre, que se promulgan las “Leyes Nuevas”, Donde a raíz de lo discutido por las Juntas de Valladolid o Comisión de Valladolid, convocadas por el rey Carlos I debido a las demandas de Bartolomé de las Casas y a las ideas del “Derecho de Gentes” de Francisco de Victoria; es que finalmente se ponen límites a las encomiendas y a la esclavización de los indígenas.

Los “indios” serían puestos ahora bajo protección de la corona. Ya no serían propiedad de los encomenderos, sino algo así como propiedad del Rey. Su “conversión” se realizaría ahora en forma “pacífica” bajo la supervisión de los religiosos. Con esto se da inicio a la importación de esclavos africanos; adquirían los indios cierto derecho de ser considerados como gente, más no ocurría así con los esclavos traídos del África.

Para finales de 1542 ya era evidente la destrucción y genocidio que había ocurrido en nuestro continente, lo cual obliga a Bartolomé de las Casas a redactar en Valencia su “Brevísima relación de la destrucción de las indias”, dirigidas al príncipe Felipe, hijo del rey Carlos I y que sería eventualmente el rey Felipe II de Asturias (El Prudente), quien entonces estaba a cargo de los “asuntos de indias”. (Este “prudente” rey fue el primero en inaugurar eso del “Imperio Global”, teniendo posesiones por todo el planeta)

Entre 1550 y 1551 Bartolomé de las Casas mantuvo con Juan Ginés de Sepúlveda la llamada “controversia de Valladolid” donde se discutía sobre la legitimidad de la conquista…

Es curioso que a tantos años de ese hecho, esta polémica siga tan viva como en ese entonces; es increíble constatar cómo lo más retrógrado, esclerótico y reaccionario del reino de España aún se apoye hoy en día en los argumentos de Sepúlveda, que a estas alturas deberían estar ya sepultados por la razón, y pulverizados por la humanidad.

Sin embargo en 1926 un sacerdote (re-cerdo y gran cochinote) español llamado Zacarías de Vizcarra proponía que “Hispanidad” debía sustituir a la palabra “Raza” en su celebración de la “fiesta de la Raza” o “Día de la raza”. Esta “idea” fue cobrando fuerza; pero no fue sino hasta el 12 de octubre de 1939, (“año de la victoria” en España, año en el que la fuerza bruta de la brutalidad Fascista y retrógrada, retornaba a la monarquía, imponían la dictadura y asesinaban las esperanzas de libertad, revolución social y anarquía del pueblo obrero español así como del resto del mundo) que el general y en general dictador Francisco Franco presidiendo en Zaragoza la celebración oficial del “Día de la raza” daba un especial énfasis al asunto ese del día de la Hispanidad, así como la devoción a la virgen del pilar.

Y es precisamente durante los años oscuros del Franquismo que en 1958, en decreto del 9 de enero de ese año, donde se consagra el día de la Hispanidad en España, estableciendo el dictador Fascista que: “Dada la enorme trascendencia que el 12 de Octubre significa para España y todos los pueblos de América Hispana, el 12 de Octubre será fiesta nacional, bajo el nombre de Día de la Hispanidad.”

En 1987, muerto Franco, pero aún vivo el Franquismo, ahora ataviado de falsa democracia en el aún reino de España, se pretende edulcorar eso del día de la hispanidad y se “establece el Día de la Fiesta Nacional de España en el 12 de octubre”

Afortunadamente en la revoltosa Venezuela de hoy, que busca romper todas las cadenas de opresión y colonización, incluida la psicológica y la subordinación al pensamiento eurocéntrico, reconocemos el 12 de Octubre como “Día de la resistencia indígena” a pesar de la pataleta y escozor que esto le causa a nuestra oligarquía y burguesías, aún sumisas ante el conquistador europeo.

Con el “descubrimiento” de América se inician nuestras luchas de resistencia; tanto de resistencia económica cómo de resistencia cultural. Luchas que aún hoy en día no cesan.

“La sociedad nacional habla de incorporar al indígena a “la cultura general del país”, que rara vez está definida. “¿Integración a qué?” preguntaba Manuel Scorza en un reportaje. “¿integración al culto del dinero? ¿Integración a la barbarie permanente de la guerra? ¿A la pérdida de todo concepto sagrado de la vida?” Se confunde cultura con la mera acumulación de conocimientos mal asimilados, y de ahí que la civilización, más que un hombre culto, proponga un capitalista de la cultura, que canaliza su saber hacia la competencia, el individualismo, el consumo masivo y el confort, categorías extrañas al indígena, por lo que el mundo del blanco significará para él sumisión intelectual, dependencia económica y libertad condicionada.” (6)

El 12 de octubre marca el inicio de la propiedad privada en nuestras tierras, en unas tierras donde estos conceptos no existían, donde se tenía uso colectivo de la tierra y donde la pobreza y el capitalismo no habían hecho su aparición.

Llama la atención que en 1516 en la obra Utopía de Tomas Moro, se planteaba la posibilidad de “un nuevo orden social basado en: la abolición de la propiedad privada, ausencia del dinero, reducción de la jornada laboral a 6 horas, igualitarismo, vida de acuerdo con la naturaleza, etc” (7)

Todos esos eran elementos que ya estaban presentes en nuestra vida cotidiana antes de la conquista; Es curioso que todos los utópicos tratasen de huir de la corrupta y podrida Europa para intentar instaurar esas posibilidades redentoras para el género humano en el “nuevo mundo”, donde las mismas existían de antemano.

Aún más curioso es que aún hoy, en plena crisis mundial del capitalismo, nuestra burguesía retrógrada, paladines de un mundillo de fantasía en extinción, habitantes de una burbuja de jabón a punto de estallar, esos fósiles y decrépitos carcamanes, vestigios de un pasado de subordinación aún insepulto, reliquias destinadas al olvido, sigan pensando, junto con el polvoriento de Sepúlveda que:

“Con perfecto derecho los españoles imperan sobre estos bárbaros del Nuevo Mundo e islas adyacentes, los cuales en prudencia, ingenio, virtud y humanidad son tan inferiores a los españoles como niños a los adultos y las mujeres a los varones, habiendo entre ellos tanta diferencia como la que va de gentes fieras y crueles a gentes clementísimas…/…Por muchas causas, pues y muy graves, están obligados estos bárbaros a recibir el imperio de los españoles [...] y a ellos ha de serles todavía más provechoso que a los españoles [...] y si rehusan nuestro imperio (imperium) podrán ser compelidos por las armas a aceptarle, y será esta guerra, como antes hemos declarado con autoridad de grandes filósofos y teólogos, justa por ley natural…/…La primera [razón de la justicia de esta guerra de conquista] es que siendo por naturaleza bárbaros, incultos e inhumanos, se niegan a admitir el imperio de los que son más prudentes, poderosos y perfectos que ellos; imperio que les traería grandísimas utilidades, magnas comodidades, siendo además cosa justa por derecho natural que la materia obedezca a la forma.” (8)



(1) Juan Ginés de Sepúlveda, “Tratado sobre las justas causas de la guerra contra los indios” México: FCE, 1987, p. 101,133-134

(2) Inca Garcilaso de la Vega, “Los mejores comentarios reales” Caracas: Biblioteca Ayacucho, colección claves de América, 1992, p. 202-204

(3) Bernal Díaz del Castillo. “Historia verdadera de la conquista de la Nueva España” Madrid: Editorial Castalia, 1999, p.67

(4) Ibid, p.66

(5) Ibid, p. 80-81

(6) Adolfo Colombres. “La Colonización Cultural de la América Indígena” Buenos Aires: Ediciones del Sol, 2004, p.204

(7) Luis Gomez Tovar, Ramón Gutierrez, Silvia A. Vázquez. “I. Utopías Libertarias Americanas” Madrid: Ediciones Tuero, 1991, p.5

(8) Juan Ginés de Sepúlveda, Op. cit., p. 101,133-134

1 comentario:

Unknown dijo...

Es cierto, ya nosotros existíamos y poseíamos cultura, religiones y sobre todo teníamos un IDIOMA. Pero la avaricia y la necesidad de tener todo el poder nos puso lamentablemente en su camino.

Me gusto mucho este párrafo:

…“¿Virtud? ¿Humanidad? ¿Verdadera religión? Hemos de suponer que por eso se llevaron todo nuestro oro y plata, nos saquearon, nos aniquilaron, borraron nuestra cultura y nuestras costumbres, realizaron un genocidio humano y cultural y nos dejaron apenas su religión y su idioma como premio de consolación: ¡Oh, muchas gracias colonizadores por enseñarnos a hablar, a rezar y a explotarnos mutuamente!...”…


Los nativos americanos RESISTIMOS contra los conquistadores.

“Durante más de tres siglos América ha sido la fuente de riquezas para Europa. Más oro y plata que todo lo existente en el universo han sido extraídos a costa de la sangre de nuestra noble casta indígena”