jueves, 22 de febrero de 2007

Perspectiva Libertaria de un Socialismo a la venezolana.



En Venezuela estamos construyendo nuestro propio modelo endógeno de socialismo, estamos inventando un socialismo a la venezolana, estamos en la construcción de una sociedad más justa y armoniosa, estamos haciendo una apuesta por la vida.

Entonces apostemos todo a la vida, estructuremos a la sociedad y tratémosla como a un organismo vivo, no como un ente muerto, frío y paralizado. Entendámosla más como un cuerpo dinámico, como un ser vivo, un ente orgánico con una conciencia propia, un individuo en sí mismo, no un objeto inanimado, un cadáver, un estante rígido con una colección de zombis, como es la actual sociedad capitalista y el Estado.



Démosle vida entonces, o devolvámosela mejor dicho, transformemos la sociedad. Queremos que ésta sea armoniosa, bueno, no hay nada que funcione en forma más armoniosa que el propio cuerpo humano.



Organicemos nuestra sociedad a nuestra imagen y semejanza, que sea un reflejo de lo que somos nosotros, que juntos seamos una estructura fractal, que conformemos un mismo todo hombre y sociedad, rompamos con la oposición falaz entre individuo y colectivo. Creemos a la sociedad como un organismo vivo donde no existe ninguna relación de dominación entre sus partes.

Entonces habría que ver cual es la unidad básica de un organismo vivo; no son sus órganos los cuales no tienen jerarquías, son las células; Las cuales tampoco tienen jerarquías.

Un órgano podría decirse que es una federación de células; un ser humano es una confederación de estas federaciones que son los órganos. La célula por su parte sería una confederación de las federaciones de átomos que son las moléculas.



Esta serie de federaciones y confederaciones son formas fractales auto contenidas y auto semejantes, es un esquema que se repite a distintos niveles…



Entonces un “consejo comunal” es una federación de individuos; estos consejos comunales podrían entenderse a su vez como individuos y federarse en regiones, luego estas regiones se pueden confederar por municipios y los distintos municipios hacerlo por estado y luego estos estados crear una gran confederación nacional...

Más o menos en esto consiste el nuevo ordenamiento territorial impulsado por la revolución bolivariana, en eso consiste la “toparquía” que promulgaba Simón Rodríguez en 1847 y en eso ha consistido siempre la propuesta organizativa anarquista, esas son las federaciones obreras propuestas por Bakunin, por Kropotkin, etc…

Para el anarquismo, así como para el Taoismo, Budismo y la mecánica cuántica, se borra esa diferencia y oposición falaz entre el individuo y el colectivo. Un individuo es un colectivo y un colectivo es un individuo, ninguno aplasta ni le impone su voluntad al otro, por el contrario se interrelacionan, definen y dan sentido mutuamente.

Lo que pasa es que el anarquismo todavía es una mala palabra incluso para algunos “revolucionarios”; estamos seguro de que avanzaríamos mucho más rápido en nuestra revolución si no se recomendase leer únicamente a Marx y a Lenin, sino, aún más consistentemente con nuestras propias raíces históricas y culturales, también se recomendasen las lecturas de los socialistas libertarios, es decir, los anarquistas.

Nuestras comunidades indígenas eran libertarias; no tenían jerarquías ni habían Estados como en los imperialismos mesoamericanos y suramericanos.



Zamora probablemente leyó al anarquista francés Proudhon. “Tierra y hombres libres” es una proclama anarquista. La misma de “tierra y libertad” levantada por Emiliano Zapata; que es la misma bandera levantada hoy por el EZLN, por los zapatistas de Chiapas y sus prácticas anarquistas.



Las ideas de Simón Rodríguez son de socialismo libertario, no autoritario, su gobierno de los “topos”, el autogobierno de las personas en sus localidades, es precisamente la anarquía con otro nombre. Llamémosla toparquía pues, si esto los hace sentir más tranquilos, mientras sea nuestro sueño, a nosotros nos da igual.

Por otra parte si queremos que nuestro socialismo sea cristiano, estemos concientes entonces de que las primeras comunidades cristianas eran más anarquistas que socialistas autoritarias.

Para las primeras comunidades cristianas, la comunión consistía en compartir tus alimentos, no en que un jerarca te de un trocito de oblea desabrida. La confesión, por su parte, se hacía frente a toda la comunidad y con el objeto de remediar los males, no como hacen esas señoras católicas que se ocultan detrás de un negro velo para hablar con un jerarca indolente que desde una cabina aislada la manda a orar para buscar el perdón de un dios abstracto, vengativo y cruel, sin importarles sus hermanos en la tierra.

En las primeras comunidades cristianas en cambio existía el perdón, pero de la comunidad, pues se trataba de reestablecer el equilibrio entre la comunidad y el individuo y de resarcir los males en concreto, no en abstracto.

El perdón entonces no solo era de dios, sino también de la comunidad, algo muy alejado a la venganza institucionalizada que hoy llamamos justicia. Con Leyes que santifican la explotación; militares y policías para velar a punta de fusil por ese orden insostenible; y con jueces y cárceles para accionar la venganza contra los transgresores, pues nuestra “justicia” siempre actúa tardíamente, después de que el mal está hecho y nunca para resarcir los males. Nuestra “justicia” solo se trata de una burda venganza.

La religión católica y los jerarcas del vaticano tergiversaron y vaciaron de contenido las prácticas altamente socialistas libertarias de las comunidades cristianas originarias.



Si queremos un socialismo cristiano sería prudente leer como punto de partida para nuestra labor constructiva a Tolstoi y su anarquismo cristiano; pues no existe por lo pronto una teoría más consistente al respecto. Ghandi toma muchas de las ideas de Tolstoi en su lucha contra el imperialismo Británico.

Se suele asociar erróneamente estatismo con socialismo Cuando socialismo es realmente control colectivo de los medios de producción.

Para los anarquistas este control de los medios de producción debe hacerse directamente y mediante confederaciones obreras; mientras que en la teoría marxista se hace a través del Estado.
Según los marxistas un Estado centralista ejercerá el control de los medios de producción hasta que se superen las contradicciones de clase y se pase al socialismo, es decir, a una sociedad libre y justa; en ese punto el Marxismo alcanza finalmente al anarquismo y se conecta con este.
Sin embargo la historia demuestra que ese punto no se alcanza nunca sin una auténtica voluntad de lograrlo. El Estado nunca se disolverá por sí solo, como si fuese un ALka Seltzer, para alcanzar el socialismo; por el contrario, se alcanzará el socialismo con la superación del Estado.

Pero el Estado tampoco se va a superar aboliéndolo de golpe con la varita mágica de los anarquistas ortodoxos, pues por una parte las personas aún no están dispuestas (y sin eso es imposible) y por la otra las potencias extranjeras y sus ejércitos harían una fiesta con nosotros. La revolución anarquista debe ser tanto global como individual o no será.

Sin embargo en Venezuela debemos ir superando el Estado, pues si no lo hacemos no hay verdaderamente una revolución. Esto lo podemos lograr precisamente impulsando los consejos comunales para su posterior organización en federaciones y confederaciones de estas federaciones. En esa suerte de síntesis endógena entre el centralismo estatista marxista y el federalismo antiestatista anarquista es que se mueve la revolución bolivariana.

Nuestro Socialismo a la venezolana, romperá con todas las ortodoxias, será endógeno y sincrético, será un socialismo con joropo, será una revolución a lo café con leche.



¡¡¡VIVA LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA!!!

¡¡¡TODO EL PODER PARA EL PUEBLO!!!

3 comentarios:

JRD dijo...

Seguimos en sintonía.
Anarquía o muerte (después hablamos de socialismo).

MW dijo...

MUY ACERTADO TODO LO QUE APARECE ALLI ME PARECE QUE ESTA TODO BIEN RESUMIDO Y FACIL DE LEER.

Unknown dijo...

Es demasiado lo que se puede decir de sus ideas, por ahora, me limito a preguntarles: ¿en las células no hay jerarquía? ¿Qué se puede decir de las neuronas? Ah, y eso de que don Simón Rdríguez, Promulgaba la Toparquía desde 1847, no tiene sentido, que lo mencionó ese año, es otra cosa, pero, lo propugnó desde mucho antes. Ojalá tenga un tiempito para decirles mucho más.